La pesca de cerco se desarrolló en el siglo XX para pescar peces que acostumbran a formar cardúmenes densos (bancos de peces de diversas especies). Actualmente han sustituido la técnica tradicional de redes de enmalles y se emplean tanto para atrapar especies tanto en la superficie como a poca profundidad.
Consiste en crear un gran cerco con una red de 250 a 1000 m de longitud y unos 50 m de ancho que permanece a flote. Para tener éxito, en primer lugar, se ubica el cardumen y se determina su velocidad y rumbo. A continuación, se procede a preparar el cerco y cuando el banco de peces se aproxima demasiado, se cierra garantizando la captura. En ocasiones puede intervenir un bote auxiliar llamado “lucero” que concentra los bancos de peces con unos potentes faroles facilitando la captura y mejorando la eficacia.
Suele utilizarse en durante la noche en fondos no muy alejados de la costa para atrapar especies como la sardina, melva, jurel, caballa, etc…